Bajo aquel celeste manto, vemos las nubes pasar. Cúmulos níveos de andar sosegado. Cortinas del cielo. Aliento de poetas.
Y entre los eternos ambulantes del horizonte, tu sonrisa esboza la mía a la vez que mis ojos añoran por los tuyos.
Yo aquí y tú allá. Pero al final, lo único que nos une es el cielo y una brisa melancólica dedicándonos una serenata.