Puede que cuando
recibas esta carta, no le des la importancia que toda pequeñez se merece, y la
coloques en algún rincón sin luz, esperando a que se deteriore con el paso de
los años y quede en el olvido. Sin embargo, por más que el tiempo estropee el
papel, no podrá llevarse consigo las palabras que con mucha sinceridad fueron
pensadas y escritas; palabras que, para esta humilde escritora, siguen siendo
un eco en el alma y grandes estacas en el corazón.
El motivo de mi
añoranza e irritación son las personas. Nosotros, los individuos que viven sin
saber el verdadero significado de vivir, los que se quejan de sus desgracias sin
siquiera hacer algo al respecto, los que exigen un cambio sin ser los primeros
en dar el primer paso, los que dicen no ser ciegos y aún así ven cómo el mundo
se derrumba, los que dicen no ser sordos y aún así escuchan los llantos de los
abatidos. Porque ese es el problema de nosotras las personas: no hacemos nada,
esperando a que otro lo haga, y ese otro no hace nada, esperando a que nosotros
lo hagamos. ¿Desde cuándo todo se volvió un círculo?, ¿desde cuándo vivimos en un ciclo egoísta, mirando al vecino hacia abajo y por encima del hombro?
Por eso, querida
persona anónima, tal vez suene algo reiterante, pero me veo con la necesidad de
decirlo: es hora de un cambio. Puede que ya no lo necesitemos, puede que sea
demasiado tarde para nosotros, puede que hasta sea algo difícil de lograr, como
si fuera un sueño más que una meta factible. Pero cuando pienso en las futuras
generaciones, en mis hijos, y en toda la fuerza que sus sonrisas me darán algún
día, de repente… todo lo veo posible.
Por eso te invito,
personalmente, a que recapacites en tus próximas acciones. Recuerda que un
pequeño cambio puede hacer una gran diferencia. Hazlo por ti. Hazlo por los
demás.
Sin más que decir,
me despido, agradeciendo de todo corazón el tiempo que le dedicaste a esta
carta. Al leerla, puede que ya hayas dado el primer paso. Ahora no temas en ir
por el segundo y el tercero.
Atentamente,
Una persona igual
que tú.